
Y me acuerdo de los sillones que estuvieron tanto tiempo en casa de mis padres, en los que descubrí el cine, la lectura, y más cosas que me callo.

Me acuerdo de la enciclopedia Fauna cuyas hojas pasaba sentado en esos sillones con cuatro ó cinco años, fascinado con las fotografías. Recuerdo cómo cortaban aquellas hojas.

Y me acuerdo de la única vez que he conseguido sacar un peluche de la puñetera atracción de feria de la pincita que baja con los botones. Y de quién se enfadó porque no se le regalé. Y de que aún cuelga del retrovisor de mi coche, que por entonces aún no tenía, pero con el que hace juego.
No hay sensación más agradable que mirar atrás y no arrepentirse.