martes, octubre 02, 2012

Dificultad y equilibrio

 Estoy en primera fila, y sé que no tendré que terminar el examen, pero sí empezarlo, para que tenga validez para los verdaderos examinados. Sé también que es la nueva Selectividad, que complementa a la habitual y que no puntúa para elegir carrera, pero cuya nota será determinante en la vida de estos estudiantes. Alguien que posteriormente fue muy feliz, sacó un ocho y medio.
Aunque es un examen tipo test, la respuesta debe ser necesariamente un comentario de texto. Le indico al examinador que las preguntas están en latín, y que eso dificultará las cosas considerablemente, pero me contesta que no es tan grave, y que ni siquiera es verdadero latín. Efectivamente, las primeras palabras son Lorem Ipsum.
 Estamos bajo una pérgola de madera, y un tipo trajeado, con pajarita y bigote corto, muy solemne, grita indignado "Pero entonces, ¡estamos pariendo dos tipos de ciudadanos!" y sin saber por qué, le contesto "¡Te sobran cojones para poder parir ciudadanos!".
 Tomo conciencia, lentamente, de que estoy dormido mientras me alejo de la pérgola, y me asalta el recuerdo de un pensamiento extraño que me acompañó mientras pedaleaba por Europa este verano: cuanto más deprisa, cuanto más abstraído, cuanto más lejano el horizonte en el que se fija la vista, más improbable es caerse. Sostenerse en una bicicleta parada, mirando al suelo, es dificilísimo. Y, sin embargo, sólo subiéndose a una bicicleta inmóvil puede uno empezar a pedalear. 

viernes, septiembre 21, 2012

Adiós a los gigantes, o fin del capítulo sexto

 Como en una sesión de dibujo, organizamos una escena por el gusto de verla escenificada, pero en vez de dibujar, hago fotos. Alguien salta en una azotea, y la secuencia de fotos de los saltos es como un stop-motion en el que una mujer dorada, sentada en una escoba también dorada, pasa volando junto a una persona de pie, de espaldas, que no llega a darse cuenta de lo que sucede.  En otra foto alguien levita horizontal al suelo. Todas las fotos presentan una extraña factura poética que me tiene entusiasmado.

Helga se encarga de la siguiente pose. Proyecta sobre una pared imágenes de una hamburguesa de Burger King. La imagen tiene ruido de VHS deteriorado, y eso se refleja también en las fotos. A mí me parece bien, lo encuentro muy pop, pero Andy Warhol, que está junto a mí, no demuestra mucho interés. Dice que se va, porque quiere terminar Ubik, de Philip K. Dick. Efectivamente, lleva el libro en la mano. Es amarillo.
Cuando se va, le comento a Helga que me fastidia que diga eso por pura pose: estoy seguro de que ya lo ha leído, porque estas cosas de la identidad confusa le van mucho.
Me despierto. Miro el reloj. Faltan sólo veinte minutos para la hora de levantarse. Vamos a apurarlos.
Llego a mi casa. Ella me está esperando con su abrigo rojo, y me besa en el recibidor.
Suena el despertador.
Ahora, sí, empieza un nuevo día.

jueves, septiembre 13, 2012

Gigantes o cabezudos

Hay más gente esperando, en la cabaña de madera en la que proporcionan bicicletas para llegar a la rave, pero nosotros hemos decidido quedarnos a dormir en el suelo de tablones, que es bastante confortable. Un tipo con mala pinta come cucarachas vivas, y se las deja asomando en la boca antes de tragarlas, para despertar nuestra repungnancia, pero no tarda en irse.
Paula ha llegado tarde, y la han dado la última bicicleta, que se supone que es eléctrica, aunque no consigue encenderla. Tiene una vasija de cerámica en el trasportín, donde se debería iniciar una combustión, y la ayudamos con unas cabezas de fósforo que echamos dentro. Entonces, por fin, la vasija se ilumina por dentro y empieza a hacer un ruido como el de una motocicleta, y se va con los demas, pedaleando por entre los pinos. Todo tiene un aire siniestro, pero ajeno a nosotros dos, que nos quedamos allí contentos de tener la cabaña sólo para nosotros.
Sujeto a un gigante por el cuello contra la pared y, aunque hace ademán de golpearme en el costado con los puños, no tengo miedo. Al mirar abajo, sorprendido por no notar el golpe, descubro que no puede golpearme porque no tiene brazos. En realidad, no tiene cuerpo, es sólo una cabeza. Comprendo que no le cogia por el cuello amenazadoramente, sino sólo para sostenerle.

Él decide quedarse en un bar irlandés, y no ir con los demás a Zaragoza. Un cliente de donde trabajo y yo nos reuniremos con ellos allí dentro de un par de días, porque estamos esperando a que se incorpore alguien. Es un día luminoso, y nos espera un viaje festivo y agradable, en el que nos vamos a juntar muchos para pasarlo bien, aunque no sé exactamente quiénes. Nos dedicaremos a los últimos preparativos en estos dos días.
Me despierto y es de día. Por un momento creo que me he dormido y llego tarde a trabajar, pero en el móvil veo que aún me quedan cuarenta minutos para levantarme. Fenomenal. Son mis cuarenta minutos favoritos del sueño. Los últimos: como un postre.

miércoles, septiembre 05, 2012

Por si todo es poco

Ejercicio: La próxima vez que tenga dificultades en decidir si llevar a cabo una idea "creativa", escriba un informe corto (de dos páginas) sobre las "expectativas catastróficas".
Detalle lo mejor posible lo que sucedería si todo le saliera mal. Al explicitar dicha información y enfrentarse a ella, cambia su capacidad analítica por su temor al fracaso. Un buen negocio.
James L. Adams
Guía y Juegos Para Superar Bloqueos Mentales
Editorial Gedisa
Barcelona 1986

lunes, agosto 27, 2012

Imposibilidad de las fronteras

La superficie del agua no forma parte de ella, ni tampoco del aire... ¿Qué es, por tanto, eso que divide el agua del aire? Tiene que haber un límite común, que no es el aire ni el agua y que, sin embargo, no tiene sustancia...
Un tercer cuerpo interpuesto entre dos cuerpos evitaría su contacto, y aquí agua y aire están en contacto sin interposición de nada entre ellos. Por eso están juntos y el aire no puede moverse sin agua, ni el agua levantarse sin ser lanzada por el aire.
Por eso, una superficie es un límite común entre dos cuerpos, y no forma parte de ninguno. Si así fuera, tendría un volumen divisible. Pero dado que la superficie es divisible, la nada separa estos cuerpos el uno del otro.
Leonardo da Vinci
Cuaderno de Notas. Arte.
Edimat Libros S. A.
Arganda del Rey (Madrid) 2004

viernes, agosto 10, 2012

Planificación de viaje

No se puede estar mucho tiempo en Londres sin ir al zoológico. Hay gente que recorre el zoológico empezando por el principio, donde pone ENTRADA, y pasa a todo correr por delante de las jaulas hasta que llego al sitio donde pone SALIDA.
Pero la gente que más nos gusta es la que va directamente a ver a su animal favorito.
Historias de Winnie de Puh
A. A. Milne con ilustraciones de E. H. Shepard
El Club de Diógenes
Editorial Valdemar
Madrid 2006

miércoles, agosto 01, 2012

Máquinas

He ido a una tienda de libros de segunda mano, que no sólo los presta, sino que también los alquila. Veo una edición muy extraña de Linus, en tapa dura de color verde, de la Editorial Pastanaga. Sé que en sus páginas se anunciaba la máquina para conseguir la felicidad, pero cuando intento alquilar el ejemplar, ha desaparecido misteriosamente.
Sin embargo, alguien me conduce hasta la trastienda y allí, por fin, contemplo el legendario artefacto. Tres o cuatro personas más están presentes para presenciar el acontecimiento: fueron aparatos hechos con poco presupuesto, y mal cuidados, y puede que éste sea el último que aún funciona. Es muy grande, de unos tres metros de alto, verde y blanco, de un plástico de mala calidad amarilleado por el uso, como los juguetes de Fisher-Price de los setenta, y recuerda al vientre de una ballena. Nadie sabe qué va a pasar al apretar el único botón que posee, que brilla al encenderse una bombillita que guarda en su interior. Nos advierten de que quizá resulte decepcionante, porque se fabricó en tiempos en los que la felicidad era otra cosa.
Cuando aprietan el botón, hace un ruido parecido al de los hielos de las neveras que tienen surtidor de hielo, y se abren dos compuertas, por las que sale vapor frío. En una hay un papel mojado, en el que puede leerse que todo va a ir bien, y que no hay motivo para preocuparse. En el otro, ha aparecido una rodaja de sandía finísima y completamente congelada. Nadie está decepcionado.
Vuelvo a la semana siguiente, preguntándome qué habrá escrito esta vez en el papel, pero ha habido manifestaciones, y parece que se han complicado las cosas en el barrio, con fama de transgresor. No encuentro la tienda, hay antidisturbios por las calles, y los bares están cerrando. A la puerta de uno de ellos, suplico que me dejen entrar, porque me preocupa que me golpeen, y me sitúo al fondo del garito, de espaldas a la entrada, que observo por medio de un espejo. Todo el mundo hace lo mismo, nadie habla, nadie se mueve.
Entran tres antidisturbios, totalmente pertrechados. Es imposible verles la cara. Dos se quedan el puerta, y otro golpea sistemáticamente, un golpe en la espalda y otro en los muslos, a uno de cada tres clientes del bar. nadie se protege, ni lo evita, ni lo busca. Se asume como una injusticia inevitable. Hago cálculos. A mí me va a tocar, pero si me muevo sólo empeoraré las cosas.
Ya está delante de mí.
Me despierto. Faltan pocos minutos para las siete de la mañana.

jueves, julio 26, 2012

Parásitos y agua al cuello

Se cuenta que el zorro que tiene pulgas va recogiendo el pelo de las ovejas que encuentra prendido en los arbustos. Luego se va al río y se mete en el agua hasta que sólo le quedan fuera la punta de la nariz y el manojo de lana. Las pulgas se encaraman a la lana y entonces el zorro la suelta y la deja marchar flotando con todas las pulgas encima.
Dr. Maurice Burton y Robert Burton
La vida de los Carnívoros
Introducción a la Naturaleza
Espasa-Calpe, S.A.
Madrid, 1980