lunes, octubre 30, 2006

En casa y cumpleaños de Irene


Animamos a la gente a descalzarse al llegar a casa. Sacamos la tetera y procuramos que el té esté muy caliente, por el simple placer de dejar que se enfríe sin prisas.

El famoso pincel-rotulador que me prometió Inma al fin ha llegado a mis manos. Y es tal y como lo soñé. Gracias, Inma.

Fui al cumpleaños de Irene sin conocer a casi nadie, pero cuando me fui había mucha gente de la que despedirse; así deberían ser todas las fiestas.