viernes, mayo 29, 2015

Democracia soñada

Estamos Eva, Pedro y yo debajo de la cama, dibujando la revolución(?), por encargo del Gobierno entrante. Arrastrándonos por debajo de las camas, llegamos al metro de Sainz de Baranda, aunque sé que estoy en Barcelona, y al salir a cielo abierto nos sorprende el buen día que hace. Hay gente acampada en la boca de metro, con pancartas, y entre ellos está A. A., un antiguo compañero de clase. Nos saludamos y felicitamos mutuamente por formar parte de un momento histórico.
Buscan observadores internacionales para las elecciones generales en Cuba; exigen una permanencia de cuatro meses. Se justifica la iniciativa porque "en un lugar donde sale electo quien menos conviene a los poderes fácticos, saben mucho de democracia". Yo miro a mi hijo y me justifico: "es que tengo aquí cosas más importantes que hacer". Todo el mundo lo comprende, y no pasa nada: cada uno aporta en función de sus circunstancias. Siento mucha ilusión y un poco de vértigo por el futuro.
Me despierta un llanto, y la frase que pronuncio es tan automática como la respuesta que espero:
-¿Le hago un biberón?