Mi hermana y yo vamos en el asiento de atrás del coche, por una de esas carreteritas sin carriles dibujados que recorren los alrededores del pueblo. Los campos de cereales verdean al sol, y por algún motivo le preguntamos a mi padre si cien es mucho.
-Depende ¿Cien qué?
-Sólo cien; ¿es mucho?
-Pues son cien números.
¿Tú sabes contar hasta cien?
-Claro.
-Cuenta hasta cien.
Mi padre cuenta pacientemente hasta cien, mientras nosotros permanecemos en silencio, escuchando los cien números, uno por uno, y me pregunto si algún día yo también los sabré todos y, sobre todo, hasta dónde puede contar mi padre. Seguro que mucho pero, ¿hasta dónde?
¿Hasta dónde se puede contar?