Ahora que parece que sólo existen destinos turísticos o en guerra, la búsqueda de lo auténtico consigue hacer brotar puestos de souvenirs en los lugares más inverosímiles. Y mientras en las guías te explican lo que es el turismo responsable, yo me pregunto si debería sentirme responsable de los cambios que experimente un lugar que yo visite después de que me haya ido.
Paso más de trescientos días al año en Madrid, y me preguntan mi opinión una vez cada cuatro años. Pero no es vinculante, porque nada obliga a los partidos a respetar su programa electoral.
Ya no quiero ser votante; ahora quiero ser turista, y cambiar cada día, con mi actitud, el lugar en el que vivo.