lunes, septiembre 10, 2007

Dharamsala o la encarnación del Tíbet


Tenzin Gyatso, más conocido como el XIV Dalai Lama, reside oficialmente en Dharamsala desde 1959 cuando, a raiz de una rebelión contra las invasión china del Tíbet, la situación se hizo insostenible, y se vio obligado a exiliarse. Lleva casi 50 años defendiendo los derechos del pueblo tibetano, siempre desde la práctica de la no-violencia, lo que le ha proporcionado una gran proyección mediática e incluso el premio Nobel de la Paz. Respecto al apoyo de otros gobiernos, la cosa no ha ido más allá de la autorización por parte del gobierno indio para formar un gobierno en el exilio en una remota aldea en la ladera del Himalaya.
La vida en el Tíbet libre no era perfecta: además de padecer unas condiciones ambientales durísimas, la corrupción en la administración era generalizada y, como termina por pasar en las teocracias, las desigualdades sociales alcanzaban niveles sangrantes. Pero el gobierno del Tíbet en el exilio ha aprendido de sus propios errores: han construido una estructura social basada en la educación, han evitado el desgaste demográfico y económico que supone luchar en una guerra perdida y, a la vez que construían un sistema político laico, han convertido su religión (un avanzadísimo sistema filosófico) y su cultura en producto exportable a occidente, sin por ello alterar su naturaleza.
En un país como la India, donde el problema de la mendicidad parece endémico, ningún tibetano mendiga, porque es el gobierno el que busca donaciones que ayuden a sostener la frágil economía en la que se sustenta el colectivo de exiliados.