Como hoy era el día de elegir al animal favorito, me fui al zoo. Una visita oportuna: el 29 de abril nació un rinoceronte blanco que, recién cumplido el primer mes de vida, se ha convertido en la principal atracción del lugar.
De todos los animales, yo elijo a Marina, la madre del pequeño rinoceronte. Ha demostrado tomarse muy en serio sus responsabilidades, trotando distraidamente de un lado a otro para vigilar, a respetuosa distancia, las exploraciones de su hijo por ese desgraciadamente diminuto mundo que va a ser su hogar.
Viéndola mover su enorme corpachón con tanta elegancia y dignidad, es evidente que está capacitada para el manejo de asuntos de envergadura. Y aunque resulta imponente, y definitivamente su ira tiene que ser temible, cuando soporta con paciencia las embestidas del pequeño queda claro que su poder aplastante está perfectamente controlado, y a salvo de cualquier desproproción en la reacción.
Constancia, responsabilidad, permanencia a una respetuosa distancia, elegancia, dignidad, capacidad para el manejo de asuntos de envergadura, serenidad. Cuántas buenas cualidades juntas.
Mi voto es para Marina, la hermosa hembra de rinoceronte blanco del Zoo de Madrid.