En el curso de mi vida he observado después que aun aquellos cuyas ganancias tienen un origen lícito, gustan poco de hablar de ellas, no sólo con extraños, sino incluso con los íntimos. Probablemente se atribuye al dinero un sentido de vergüenza, o por lo menos de pudor que lo borra del número de los temas normales y lo relega entre las cosas que no está bien hablar, secretas e inconfesables; casi como si fuese mal ganado, cualquiera que sea su origen.
Pero quizá también es cierto que a nadie le agrada mostrar el sentimiento que en el ánimo despierta el dinero, sentimiento muy fuerte y que casi nunca va separado de una sobra de culpa...
La Romana
Alberto Moravia
Editorial Losada
Buenos Aires 1967