sábado, febrero 22, 2014

Un mundo mejor

El 13 de mayo de 1981 entré en una mercería de Aluche de la mano de mi madre. Cuando ella pidió no recuerdo qué, la dependienta la ordenó callar: en ese mismo instante estaban dando la noticia en la radio de que habían disparado al papá de alguien en Roma, que era un lugar muy lejano donde hablaban otro idioma. Mi madre parecía tan impresionada como la mercera, y ambas permanecieron calladas mientras la voz de la radio explicaba los detalles con una voz monocorde que convertía su discurso en algo incomprensible para mis oídos de cuatro años.
Pero para mí fue muy tranquilizador descubrir que, en un mundo que yo ya empezaba a intuir violento y despiadado más allá de los límites de mi entorno cercano, había cosas vulnerables sólo excepcionalmente, cosas cuya destrucción escandalizaba a todos los seres humanos de cualquier país y dejaba a la gente callada y expectante junto a la radio. Era un mundo que entendía el valor sagrado de la paternidad. Es que es verdad, hombre: a un papá no se le dispara; ¿qué mundo sería éste si eso se tolerara?
Por eso el 13 de mayo de 1981, mientras millones de católicos rezaban por la vida de Juan Pablo II yo, por una pirueta etimológica, me sentí más seguro que nunca.

martes, febrero 11, 2014

Patrimonio y expolio

21. (...) De haber ministros que no buscasen sino aumentar los impuestos para amontonar riquezas, valdría más que hubiera ministros que no pensasen sino dilapidar el tesoro del soberano.
Lo que quiere decir que los que gobiernan un reino no deben obtener su riqueza privada de los ingresos públicos, sino que deben hacer de la justicia y la equidad su sola riqueza.
22. Si los que gobiernan los Estados no piensan sino en acumular riquezas para su uso personal, atraerán, indudablemente, a su lado hombres depravados; estos hombres les harán creer que son ministros virtuosos, y estos hombres depravados gobernarán el reino.
Pero la administración de estos ministros acarreará al gobierno los castigos divinos y las venganzas del pueblo.
Cuando los negocios públicos lleguen a este punto, ¿qué ministros, aunque sean los más justos y los más virtuosos, evitarán tales desgracias? Lo que quiere decir que los que gobiernan un reino no deben formar su riqueza privada con los ingresos públicos, sino que deben hacer de la justicia y la equidad su sola riqueza.
El Ta-Hio o Gran Estudio
Obra de Kung-Fu-Tsé (Confucio) y de su discípulo Tseng-Tsé
Confucio y Mencio - Los Libros Canónicos Chinos
Traducción, noticias, premiliminares y notas de Juan B. Bergua
Clásicos Bergua
Madrid 1969