jueves, septiembre 15, 2011

Inconformismo

IGNACIO.-(Deja de reir, grave.) Estáis envenenados de alegría. Pero sois monótonos y tristes sin saberlo... (...) Quédate con tu alegría; con tu Carlos muy bueno, y muy sabio... y completamente tonto, porque se cree alegre. Y como él Miguelín, y don Pablo y todos ¡Todos! Que no tenéis derecho a vivir, porque os empeñáis en no sufrir; porque os negáis a enfrentaros con vuestra tragedia, fingiendo una normalidad que no existe, procurando olvidar e, incluso, aconsejando duchas de alegría para reanimar a los tristes...
(...)
Hacéis mal negocio. Porque vosotros sois demasiado pacíficos, demasiado insinceros, demasiado fríos. Pero yo estoy ardiendo por dentro; ardiendo con un fuego terrible, que no me deja vivir y que puede haceros arder a todos... Ardiendo en esto que los videntes llaman oscuridad, y que es horroroso..., porque no sabemos lo que es. Yo os voy a traer la guerra, y no la paz.
JUANA.-No hables así. Me duele. Lo esencial es que te quedes. Estoy segura de que será bueno para todos.
IGNACIO.-(Burlón.) Torpe.. y tonta. Tu optimismo y tu ceguera son iguales... La guerra que me consume os consumirá.
JUANA.-(Nuevamente alfligida.) No, Ignacio. No debes traernos ninguna guerra. ¿No será posible que todos vivamos en paz? No te comprendo bien. ¿Por qué sufres tanto? ¿Qué te pasa? ¿Qué es lo que quieres?
(Breve pausa)
IGNACIO.-(Con tremenda energía contenida.) ¡Ver!
JUANA.-(Se separa de él y queda sobrecogida) ¿Qué?
IGNACIO.-¡Sí! ¡Ver! Aunque sé que es imposible, ¡Ver! Aunque en ese deseo se consuma estérilmente mi vida entera, ¡quiero ver! No puedo conformarme. No debemos conformarnos. ¡Y menos, sonreir! Y resignarse con nuestra estúpida alegría de ciegos, ¡nunca!
En la Ardiente Oscuridad
Antonio Buero Vallejo
Colección Austral
Editorial Espasa-Calpe
Madrid, 1991