Celeste tenía muchas arrugas y era pequeña, a mí me parecía que tenía que ser incluso mayor que mi abuelo, que se tiraba de cabeza a la piscina, y yo aún no había entendido bien algunas cosas sobre la mecánica de esto de vivir.
-Oye, y tú con lo viejecita que eres ¿por qué no te has muerto ya?
El resto de los presentes estaban de pronto escandalizados, y mi madre me miraba con cara de "ya hablaremos tú y yo". Pero Celeste tranquilizó los ánimos, comprendiendo que no había malicia en la pregunta.
- Porque Dios todavía no me ha llamado a su lado - me contestó.
A mí ya me empezaba a chirriar un poco que cada vez que se llegaba a cuestiones importantes, aparecía Dios, y lo zanjaba todo. ¿De dónde vienen los niños? Pidiéndoselo a Dios con mucha fuerza. ¿De donde viene el mundo? Lo hizo Dios. ¿Por qué no me puedo quedar despierto a ver la peli? No me calientes y vete ya a la cama, por Diossss. Pero percibía en la respuesta de Celeste la misma honradez que ella había sabido ver en mi pregunta, así que me quedé bastante satisfecho. Sin embargo, seguía sin entender por qué los mayores siempre evitan algunos temas, generalmente los que no comprenden.
Así no comprenderán nunca.