La mayor parte de nuestra conducta es religiosa. Apenas importa que seamos creyentes verdaderos o ateos.
Es un hecho que no existe suficiente conocimiento para basar nuestra visión del mundo por entero en la ciencia. Nos zambullimos en el mar ignoto de la experiencia y creemos lo suficiente en nosotros para superar los desastres imprevistos. Creer es necesario para intentar cualquier cosa fuera de lo común.
Y la triste verdad es que la religión organizada desalienta las conductas que se salen de lo común, a fin de que la mayoría de los creyentes no intente ataques trascendentales, que estremezcan los paradigmas, contra ideas inculcadas.
Los 13 sueños que Freud nunca tuvo.
La nueva ciencia de la mente.
J. Allan Hobson
Fondo de Cultura Económica
México 2007