jueves, enero 18, 2007

Memorias sin palabras

Lllega un momento que parece que uno dibuje para su blog. Y eso sí que no; yo dibujo porque me gusta y porque lo disfruto. Así que voy a la estantería donde hay cerca de 30 cuadernos, cojo uno, y recuerdo lo que dibujaba hace siete años.

Y me acuerdo de los sillones que estuvieron tanto tiempo en casa de mis padres, en los que descubrí el cine, la lectura, y más cosas que me callo.

Me acuerdo de la enciclopedia Fauna cuyas hojas pasaba sentado en esos sillones con cuatro ó cinco años, fascinado con las fotografías. Recuerdo cómo cortaban aquellas hojas.

Y me acuerdo de la única vez que he conseguido sacar un peluche de la puñetera atracción de feria de la pincita que baja con los botones. Y de quién se enfadó porque no se le regalé. Y de que aún cuelga del retrovisor de mi coche, que por entonces aún no tenía, pero con el que hace juego.
No hay sensación más agradable que mirar atrás y no arrepentirse.