- (...) He amado apasionadamente estos productos, me habría pasado la vida en su compañía, comprando periódicamente, a medida que se fueran gastando, productos idénticos. Se había establecido una relación perfecta y fiel que me hacía un consumidor feliz.
Mi vida no lo era en absoluto, desde todos los puntos de vista, pero al menos tenía esto: a intervalos regulares podía comprarme un par de mis zapatos favoritos. Es poco, pero es mucho sobre todo cuando se tiene una vida interior bastante pobre. Pues bien, me han privado de esta alegría, esta alegría sencilla.
Al cabo de unos años, mis productos favoritos han desaparecido de las estanterías, lisa y llanamente han dejado de fabricarlos; (...) -Empezó a llorar, lentamente, con grandes lagrimones, se sirvió otro vaso de vino-. Es brutal, ¿sabe usted?, terriblemente brutal.
Mientras que las especies animales más insignificantes tardan miles de años en desaparecer, los productos manufacturados son desterrados de la superficie del planeta en unos días, nunca se les concede una segunda oportunidad, no les queda más remedio que sufrir, impotentes, el diktat irresponsable y fascista de los responsables de las lineas de producción, que naturalmente saben mejor que nadie lo que quiere el consumidor, que pretenden captar en él una espera de novedades, que lo único que hacen en realidad es transformar su vida en una búsqueda agotadora y desesperada, un vagabundeo sin fin entre lineales eternamente modificados.
El Mapa y el Territorio
Michel Houellebecq
Editorial Anagrama
Barcelona 2011