viernes, diciembre 17, 2010

Heidi ya no me importa

Estoy tumbado en la alfombra verde que treinta años después estaría en el salón de mi propia casa. Miro los cómics de la serie japonesa de Heidi, porque aún no sé leer. Me gustan porque salen cabritas, y un perro muy grande, y en un capítulo hasta aparecen osos. Entonces mi madre entra en el cuarto de estar, me mira y dice:
- Anda, si cuando ponían esa serie tú aún no habías nacido.

De pronto me pongo muy triste, porque no es culpa mía haber nacido tan tarde, yo quería haberla visto, y me la perdí, y seguro que había un montón de gente que ya había nacido cuando la ponían, y no la veían, y yo, que la habría visto, no pude porque no estaba allí. Y me echo a llorar, pero no es como cuando te caes y te duele, que sabes que se te pasará, esta vez es algo que no tiene remedio, porque el nacimiento no es algo que pueda cambiarse.

Mi madre me coge en brazos e intenta consolarme, pero se ríe, y está claro que no tiene ni idea de lo que me pasa. Cree que es una tontería, cosas de niños, pero no es verdad.  En realidad, ahora  que tengo noticia de muchas más cosas que me he perdido, la de Heidi es casi la que menos me importa.

jueves, diciembre 09, 2010

Un sitio de poder

Me miró largo rato y rió. Dijo que aprender por medio de la conversación era no sólo un desperdicio sino una estupidez, porque el aprender era la tarea más difícil que un hombre podía echarse encima.
Me pidió recordar la vez que traté de hallar mi sitio, y cómo quería yo encontrarlo sin trabajo porque esperaba que él me diese toda la información. Si lo hubiera hecho, dijo, yo jamás habría aprendido. Pero el saber cuán difícil era hallar mi sitio, y sobre todo el saber que existía, me darían el peculiar sentido de confianza.
Dijo que mientras yo permaneciese enclavado en mi  "sitio bueno" nada podría causarme daño corporal, porque yo tenía la seguridad de que en ese sitio específico me hallaba lo mejor posible. Tenía el poder de rechazar cuanto pudiera serme dañino.
Pero si él me hubiese dicho dónde estaba este sitio, yo jamás habría tenido la confianza necesaria para para considerar esto como verdadero saber. Así, saber era ciertamente poder.
Las enseñanzas de Don Juan
Carlos Castaneda
Selección Popular
Fondo de Cultura Económica
Madrid 1979

martes, noviembre 30, 2010

el peso de la memoria

La fiesta de cumpleaños de mi hermana fue probablemente concebida para concentrar todas las molestias de los cumpleaños en una sola ocasión, así que se hizo a lo grande: tartas, globos, regalos, juegos y una multitud de niños inédita en casa. Cada niño escogía un globo, que dentro llevaba un papel con un número escrito. A cada número le correspondía un regalo. La variedad de regalos disponibles era enorme: desde una armónica, hasta una goma de borrar.
A mí me tocó la armónica. El problema era que ya tenía una. ¿Para qué quería yo dos armónicas? Naturalmente, protesté. Mi padre propuso que se lo cambiara a cualquiera que estuviera de acuerdo con el trueque y explicó brevemente la situación en voz alta. Un montón de manos de niños me rodearon. Cada una sostenía un objeto. Mi hermana me decía "Víctor, coge la baraja de Spiderman, para que juguemos los dos", pero había un lápiz amarillo y negro, nuevecito, con la punta tan afilada...
 Mi hermana se enfadó bastante, y yo me pasé el resto de la fiesta tirado entre los pies de los demás, haciendo garabatos en los sobres de los números. Lo decepcionante fue que la punta del lápiz no duró afilada mucho tiempo.
Unos veinticinco años después, dispuesto a liberarme de la culpa, le regalé a mi hermana una baraja de Spiderman. Me costó un huevo encontrarla. Y mi hermana desenvolvió el regalo, y con cara de sorpresa me preguntó:
-¿Y esto?
¿Cómo iba yo a saber que la culpa había prescrito?

sábado, noviembre 20, 2010

Huevos: oferta y demanda.

VOZ DE ALVY: ...y me acordé de aquel viejo chiste, ya saben, el del tipo que va a ver al psiquiatra y le dice: "Doctor, mi hermano se ha vuelto loco. Se cree que es una gallina". Y el médico le contesta: "Bueno, ¿y por qué no hace para que lo encierren?". Y el tipo le replica: "Lo haría pero es que necesito los huevos". 
En fin, yo creo que eso expresa muy bien lo que siento acerca de las relaciones entre las personas. ¿Saben? Son completamente irracionales, disparatadas, absurdas y... pero, ah, creo que las seguimos manteniendo porque, ah, la mayor parte de nosotros necesitamos los huevos.
Annie Hall
Woody Allen
Fábula Tusquets Editores
Barcelona 1999

lunes, noviembre 15, 2010

Contar hasta cien

Mi hermana y yo vamos en el asiento de atrás del coche, por una de esas carreteritas sin carriles dibujados que recorren los alrededores del pueblo. Los campos de cereales verdean al sol, y por algún motivo le preguntamos a mi padre si cien es mucho.
 -Depende ¿Cien qué?
 -Sólo cien; ¿es mucho?
 -Pues son cien números.
 ¿Tú sabes contar hasta cien?
 -Claro.
 -Cuenta hasta cien.
Mi padre cuenta pacientemente hasta cien, mientras nosotros permanecemos en silencio, escuchando los cien números, uno por uno, y me pregunto si algún día yo también los sabré todos y, sobre todo, hasta dónde puede contar mi padre. Seguro que mucho pero, ¿hasta dónde?

¿Hasta dónde se puede contar?

domingo, noviembre 07, 2010

Imperativo del consejo a Áryuna

- ¿Qué haces?
- ¡Oh!... Pienso...
- Yo también pienso alguna vez, pero no basta solamente con pensar. El pensamiento solo no existe. Dime: ¿se puede únicamente pensar?
- No, no se puede... "La vida es lo que hay que hacer" y no podemos eludir el quehacer de la vida. Es terrible pero es innegable: el hombre cuyo quehacer fuera ser un asesino tiene que serlo. El destino es precisamente lo que no se elige... somos ese personaje programado que necesita realizarse.
- No me comprendes. ¡Contéstame!: Si alguien se te acercara y no tuviese más que este revólver, y no hubiese otra solución para él más que disparárselo en la boca, o venderlo para liberarse del hambre, dime, tú ¿qué harías?
- ¡...! ¿Quieres realmente venderlo?
- No tengo más que el revólver y el hambre.
- No puedo darte más...
Tomó el dinero... metió el revólver en uno de los bolsillos de Víctor Ramos y huyó sin decir palabra, ni siquiera dar las gracias. El tacón de una bota gemía sordamente a cada paso sobre el húmedo empedrado... visto de lejos, causaba una gran piedad.
Aunque Víctor Ramos había procurado no pensar en ello, la forzada compra de la mañana le había inquietado. Por la noche, después de un día horriblemente igual a los demás, -haciendo la historieta de "Romance" que día por día y durante veintidós años venía realizando- sacó el revólver del fondo del bolsillo de su abrigo. Cuando lo tuvo ante sí comprendió que un enemigo había entrado en su casa.
Nova-2
Luís García
Ediciones Glenat
Barcelona 2004

domingo, octubre 31, 2010

Desajuste sistémico

"Pese a su magnífica puntería, el Mánnlicher se malogra con gran facilidad; bastan unos granos de arena en la recámara para que el cerrojo deje de funcionar. De otro lado, si se dispara seguido, el calor dilata el cañón y entonces se estrecha la recámara y los cargadores de seis cartuchos ya no entran en ella. El extractor, por efecto del calor, se estropea y hay que sacar los cartuchos usados con la mano. Por último, la culata es tan frágil que al primer golpe se quiebra." No sólo lo ha escrito; lo ha dicho a todas las comisiones que lo han interrogado y lo ha repetido en docenas de conversaciones privadas. ¿De qué ha servido?
 -Al principio, creí que no me creían -dice-. Que pensaban que escribí eso para excusar mi derrota. Ahora ya sé por qué la superioridad no hace nada.
 -¿Por qué? -pregunta el Teniente Pinto Souza.
 -¿Van a cambiar los uniformes de todos los cuerpos del Ejército del Brasil? ¿No son todos de franela y paño? ¿Van a tirar a la basura todos los zapatos? ¿Echar al mar todos los Mánnlichers que tenemos? Hay que seguir usándolos, sirvan o no sirvan.
La Guerra del Fin del Mundo
Mario Vargas Llosa
Plaza & Janes
Barcelona 1981

domingo, octubre 24, 2010

Ingredientes para un emparedado de pollo

Pan blanco 36% (harina de trigo, agua levadura, azúcar, sal, aceite de girasol, emulsionantes (E471, E481, E472e)), pechuga de pollo 23% (pechuga de pollo, agua, sal, sirope de glucosa, almidón modificado (E1420)), estabilizante (E331)), bicarbonato de sodio (E500), queso Feta 14%, tomate 11%, salsa de yogur y eneldo 9% (aceite vegetal, agua, huevo entero y yema de huevo, vinagre, almidón modificado de maíz, aroma, sal, zumo concentrado de limón, azúcar y antioxidante (E385), yogur natural, leche, nata, sólidos lácteos, eneldo fresco), espinacas 7%.
Contiene gluten, lactosa, huevo. Puede contener trazas de soja, apio, sésamo, mostaza, frutos de cáscara, pescado.
Si somos lo que comemos ¿cómo alcanzaremos el autoconocimiento?

martes, octubre 19, 2010

Un círculo azul perfecto

A le gente que me conoce no le sorprenderá que me perdiera en mi primer día de clase. No recuerdo bien cómo me separé del grupo, creo que cuando indicaron hacia dónde debían ir los de parvulitos, en fin, simplemente no me sentí identificado. Así que me quedé solo por los pasillos. Un colegio es un lugar muy grande, cuando aún no has cumplido los cinco.
Alguna profesora estuvo pendiente de mí toda la mañana, pero no era fácil consolarme. Aquello era raro, estaba lleno de niños mayores, y no encontraba mi lugar. Sospecho que tuvieron dificultades para saber quién era yo, y qué había que hacer conmigo. Entonces pasó algo maravilloso: aquella maestra sacó un círculo azul ultramar de plástico, plano, rugoso, rígido. Tenía tal perfección geométrica que parecía escapado de un dibujo, en vez de un objeto real. Se me pasó de golpe todo el disgusto. Creo que la propia profesora se quedó sorprendida por la efectividad casi hipnótica de su recurso improvisado. No recuerdo nada más: el círculo eclipsó el resto de experiencias de mi primer día de clase.
Aunque sí recuerdo que al llegar a casa entusiasmado por mi fascinante nueva posesión, ya la había perdido.

viernes, octubre 08, 2010

Abrazad a vuestros pinches tiranitos

Agregó que la categoría de los pinches tiranitos había sido dividida en cuatro más. Una estaba compuesta por aquéllos que atormentan con brutalidad y violencia. Otra, por aquéllos que lo hacen creando una insoportable aprensión. Otra, por aquellos que oprimen con tristeza. Y la última, por esos que atormentan haciendo enfurecer.
-La Gorda está en una categoría especial -agregó-. Es una repinche tiranita suplente. Te hace la vida imposible, por el momento. Hasta te da de bofetadas. Con todo esto te está enseñando a ser imparcial, a ser indiferente.
-¿Como puede ser esto posible? -protesté.
-Todavía no has puesto en juego los ingredientes de la estrategia de los nuevos videntes -dijo-. Una vez lo hagas, sabrás cuán eficaz e ingeniosa es la estratagema de usar un pinche tirano. Te aseguro que no sólo elimina la importancia personal, sino que también prepara a  los guerreros para entender que la impecabilidad es lo único que cuenta en el camino del conocimiento. (...)
De hecho, lo que convierte a los seres humanos en pinches tiranos es precisamente el obsesivo manejo de lo conocido.
El Fuego Interno
Carlos Castaneda
Colección Nagual
Gaia Ediciones
Madrid 1994

lunes, octubre 04, 2010

Redención generacional

Muchas personas, influidas por las tendencias contemporáneas en psicología, atribuyen la mayoría de sus problemas a experiencias de infancia. Ahora bien, si eso se hace con la intención de asignar culpas -"tengo problemas por lo que hicieron mis padres cuando era niño"-, no hace más que preparar el terreno para que se sientan responsables y tengan miedo de perjudicar a sus propios hijos cuando tengan su familia. Este tipo de angustia no contribuye a educar a los hijos de forma saludable ni a sentir compasión hacia los demás. Concebir nuestra infancia como si fuera una enfermedad de la que tenemos que curarnos sólo sirve para hacernos daño a nosotros mismos y a nuestros hijos.
Budismo para principiantes
Thubten Chodron
Alianza Editorial, Madrid 2002

viernes, septiembre 17, 2010

Inmutabilidad de lo reaparecido

Bower y Patterson (1972) plantean que el bebé tendría una noción del objeto independiente de sus propias acciones y, en particular, de la orientación de la mirada. Ellos buscan el objeto desaparecido detrás de la pantalla, cunado hay una trayectoria más o menos regular que les permite inferir el punto por donde saldrá. A los dos meses intentan atrapar en la oscuridad un objeto que han visto antes de que se apagara la luz.
Hacia el quinto mes, parecen bastante sorprendidos cuando algo que ha desaparecido detras de una superficie aparece con otro color diferente. ¿Cómo explicar esta sorpresa si, tal y como sostenía Piaget, para un bebé un objeto carece de existencia permanente más allá de las visiones que de él tiene?
Con la reaparición de las cosas, tendría que surgir una nueva representación, sin ningún vínculo con la precedente, en cierto sentido sin pasado ni futuro. Sin embargo, no es así.
Los orígenes del lenguaje
Aníbal Puente Ferreras
Alianza Editorial
Madrid, 2006

miércoles, septiembre 08, 2010

Lo que Dios quiera Celeste

Celeste tenía muchas arrugas y era pequeña, a mí me parecía que tenía que ser incluso mayor que mi abuelo, que se tiraba de cabeza a la piscina, y yo aún no había entendido bien algunas cosas sobre la mecánica de esto de vivir.
-Oye, y tú con lo viejecita que eres ¿por qué no te has muerto ya?
El resto de los presentes estaban de pronto escandalizados, y mi madre me miraba con cara de "ya hablaremos tú y yo". Pero Celeste tranquilizó los ánimos, comprendiendo que no había malicia en la pregunta.
- Porque Dios todavía no me ha llamado a su lado - me contestó.
A mí ya me empezaba a chirriar un poco que cada vez que se llegaba a cuestiones importantes, aparecía Dios, y lo zanjaba todo. ¿De dónde vienen los niños? Pidiéndoselo a Dios con mucha fuerza. ¿De donde viene el mundo? Lo hizo Dios. ¿Por qué no me puedo quedar despierto a ver la peli? No me calientes y vete ya a la cama, por Diossss. Pero percibía en la respuesta de Celeste la misma honradez que ella había sabido ver en mi pregunta, así que me quedé bastante satisfecho. Sin embargo, seguía sin entender por qué los mayores siempre evitan algunos temas, generalmente los que no comprenden.
Así no comprenderán nunca.

martes, agosto 31, 2010

Ingravidez y volatilidad

Nunca he soñado que vuelo: yo sueño que floto. Una vez los pies pierden el contacto con el suelo habitual, no hace falta una dirección. El simple placer de expandir las posibilidades de movimiento a la dimensión vertical es suficiente. Es lo que hacen los globos aerostáticos, cuando se dejan llevar por el viento. Ningún avión posee la majestuosidad de un globo en vuelo.
Se suele usar alcohol para limpiar superficies de cristal o metal, porque se evapora rápidamente, y no deja sedimentos. Sería fácil decir que no deja huella, pero no es cierto: todo queda más limpio. Separa los elementos que no están arraigados a la superficie, y los arrastra consigo antes de desaparecer.
¿Es más majestuoso un viajero dócil? ¿Dócil a qué fuerzas?
¿Son los souvenires la suciedad que roba el brillo de los sitios más bonitos?

domingo, agosto 22, 2010

Guía de Edimburgo para cronopios

Cuando los famas salen de viaje, sus costumbres al pernoctar en una ciudad son las siguientes: un fama va a al hotel y averiguar cautelosamente los precios, la calidad de las sábanas y el color de las alfombras.El segundo se traslada a la comisaría y labra un acta declarando los bienes e inmuebles de los tres, así como el inventario del contenido de sus valijas. El tercer fama va a al hospital y copia las listas de los médicos de guardia y sus especialidades.

Terminadas estas diligencia, los viajeros se reúnen en la plaza mayor de la ciudad, se comunican sus informaciones, y entran en el café a tomar un aperitivo. Pero antes se toman de las manos, y danzan en ronda. Esta danza recibe el nombre de Alegría de los famas.
Cuando los cronopios van de viaje, encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen unos a otros: " La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad". Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas, y que ellos están invitados. Al otro día se levantan contentísimos, y así es como viajan los cronopios.

Las esperanzas, sedentarias, se dejan viajar por las cosas y los hombres, y son como las estatuas que hay que ir a ver porque ellas no se molestan.
Viajes
Historias de Cronopios y de Famas
Julio Cortázar
Colección Crisol Serie Especial
Santillana Madrid, 2007