miércoles, mayo 13, 2015

Fascinación congénita

El ejemplo lo toma de Nikolaas Tinbergen, quien hizo algunos experimentos con polluelos de gaviota argéntea. Apenas salen del cascarón comienzan a picotear la mancha roja que su madre tiene en el pico amarillo; entonces ella regurgita comida semidigerida para alimentar a los pequeños.
Obviamente el polluelo reacciona así debido a que ciertos circuitos nerviosos en las zonas visuales de su cerebro están especializadas en reconocer picos de gaviota. En el transcurso de sus experimentos, Timbergen presentó un pico artificial, con mancha roja, a los polluelos, quienes reaccionaron exactamente de la misma forma aun cuando detrás del pico, en lugar de la madre, estaba la mano del científico.
Pero Timbergen llevó las cosas al límite: tomó un largo palo amarillo con tres rayas rojas y se lo mostró a los polluelos. Estos reaccionaron con mucho mayor entusiasmo ante este curioso artefacto, que ni siquiera se parecía a un pico de gaviota: preferían la prótesis a un pico de verdad.
Y aquí es donde entra Ramachandran: "si las gaviotas argénteas tuvieran una galería de arte, colgarían en la pared un largo palo con tres rayas rojas, lo venerarían, pagarían millones de dólares por él, lo llamarían un Picasso, pero no entenderían por qué... por qué quedan hipnotizadas por esta cosa aun cuando no se parece a nada." (V.S. Ramachandran, A brief tour of human consciousness, p.47, Pi Press, Nueva York 2004)

Antropología del cerebro
Conciencia, cultura y libre albedrío
Versión amplíada
Roger Bartra
Pre-textos
Valencia 2014