- Dame más de buen grado y dime ahora ya tu nombre para que te ofrezca el don de la hospitalidad con el que te vas a alegrar. Pues también la donadora de vida, la Tierra, produce para los Cíclopes vino de grandes uvas y la lluvia de Zeus se las hace crecer. Pero esto es una catarata de ambrosía y néctar.
Así habló, y yo le ofrecí de nuevo rojo vino. Tres veces se lo llevé y tres veces bebió sin medida. Después, cuando el rojo vino había invadido la mente del Cíclope, me dirigí a él con dulces palabras:
- Cíclope, ¿me preguntas mi célebre nombre? Te lo voy a decir, mas dame tú el don de hospitalidad como me has prometido. Nadie es mi nombre, y Nadie me llaman mi madre y mi padre y todos mis compañeros.
- A Nadie me lo comeré el último entre sus compañeros, y a los otros antes. Éste será tu don de hospitalidad.
Odisea
Canto IX
Homero
Edición y traducción de José Luis Calvo
Ediciones Cátedra. Letras Universales.
Madrid 1993