HEMÓN. - (...) No mantengas en ti mismo un solo punto de vista: el de lo que tú dices y nada más es lo que está bien. Pues los que creen que únicamente ellos son sensatos o que poseen una lengua y una inteligencia cual ningún otro, éstos, cuando quedan al descubierto, se muestran vacíos.
Pero nada tiene de vergonzoso que un hombre, aunque sea sabio, aprenda mucho y no se obstine en demasía. Puedes ver a lo largo del lecho de las torrenteras que, cuantos árboles ceden, conservan sus ramas, mientras que los que ofrecen resistencia son destrozados desde las raíces. De la misma manera el que tensa fuertemente las escotas de una nave sin aflojar nada, después de hacerla volcar, navega el resto del tiempo con la cubierta invertida.
Así que haz ceder tu cólera y consiente en cambiar. Y si tengo algo de razón -aunque sea más joven-, afirmo que es preferible con mucho que el hombre esté por naturaleza lleno de sabiduría. Pero si no lo está -pues no suele inclinarse la balanza a este lado-, es bueno también que aprenda de los que hablan con moderación.
CORIFEO. - Señor, es natural que tú aprendas lo que diga de conveniente, y tú, por tu parte, lo hagas de él. Razonablemente se ha hablado por ambas partes.
CREONTE. - ¿Es que entonces los que somos de mi edad vamos a aprender a ser razonables de jóvenes de la edad de éste?
HEMÓN. - Nada hay que no sea justo en ello. Y, si yo soy joven, no se debe atender tanto a la edad como a los hechos.
CREONTE. - ¿Te refieres al hecho de dar honra a los que han actuado en contra de la ley?
HEMÓN. - No sería yo quien te exhortara a tener consideraciones con los malvados.
CREONTE. - ¿Y es que ella no está afectada por semejante mal?
HEMÓN. - Todo el pueblo de Tebas afirma que no.
CREONTE. - ¿Y la ciudad va a decirme lo que tengo que hacer?
HEMÓN. - ¿Te das cuenta de que has hablado como si fueras joven?
CREONTE. - ¿Según el criterio de otro, o según el mío, debo yo regir esta tierra?
HEMÓN. - No existe ciudad que sea de un solo hombre.
CREONTE. - ¿No se considera que la ciudad es de quien gobierna?
HEMÓN. - Tú gobernarías bien, en solitario, un país desierto.
Antígona V. 704-739
Sófocles. Tragedias.
Editorial Gredos
Madrid 2008