Primero, cuanto más grande y más densa sea la población y el excedente de producción mayor, mayor es también la capacidad de las elites para mantener especialistas de la coacción, guardias de palacio, y un ejército profesional permanente.
Segundo, cuanto más poderosa sea la elite, mayor su capacidad para acometer guerras o comercio a larga distancia y para conquistar, incorporar y explotar nuevos territorios y nuevas poblaciones.
Tercero, cuanto más poderosa es la elite, más estratificada es la redistribución de la riqueza generada por el comercio y el excedente de las cosechas.
Y cuarto, cuanto más extenso sea el horizonte territorial de control político y mayor la inversión del modo de producción, menos oportunidades y menos ventaja se sacará de huidas o emigraciones. En seguida, las contribuciones al almacén central dejan de ser voluntarias. Se convierten en impuestos. Se deja de tener derecho de acceso a las tierras cultivables y a los recursos naturales. Se convierte en licencias.
Los productores de alimentos dejan de ser seguidores del jefe. Se convierten en campesinos. Los redistribuidores dejan de ser jefes. Se convierten en reyes. Y las jefaturas dejan de ser jefaturas. Se convierten en estados.
Marvin Harris
Antropología Cultural
El Libro de Bolsillo - Antropología
Alianza Editorial
Madrid 2007