Secuestrados en nuestras propias vidas, huimos el fin de semana a Berzosa de Lozoya para no tener prisa. Le arañamos los minutos a las obligaciones, pero sólo es un préstamo, y los intereses se van acumulando.
Dicen que algunos fallecidos siguen entre nosotros porque no hicieron en vida todo lo que tenían que hacer.
Al rimo que se nos impone, los aparecidos seremos legión. Tendremos todo el tiempo del mundo, y a mí me reconocereis entre todos porque pararé los relojes en los bolsillos y muñecas de la gente que me importa.
