No tengo claro qué es un experto. Es, sin duda, alguien que sabe
mucho de algo. Pero también es alguien que, al presentarse, elige no hacerlo refrendado por una formación reglada que pudiera darle más credibilidad.
Sabe mucho, pero no sabemos cómo se ha enterado. Es, por tanto,
portavoz de un conocimiento esotérico, deliberdamente oculto excepto a los iniciados.
Lo preocupante es que hablamos de una titulación ad
hoc, con una concreción a la medida de las necesidades del momento.
Igual que si eligiéramos que nos operara un experto en apédices, en vez
de un cirujano colegiado.
En el fondo, el paradigma del
experto es Tiger, el amiguito de Winnie de Pooh: porque lo que mejor
saben hacer los tigers es, precisamente, lo que Tiger esté haciendo en
ese momento.