Si en el trabajo no hay trabajo, internet se ha caído, y me he terminado el libro de turno sin prevenirlo con otro, me alegro más que nunca de poder matar el rato con un papel y un boli. No importa el qué. El abrigo de Javi, mismamente.
Qué bien sabe el tiempo que se mata. El que se aprovecha sólo sabe bien después. Cuando ya puedes matar el rato.
lunes, enero 29, 2007
jueves, enero 18, 2007
Memorias sin palabras
Lllega un momento que parece que uno dibuje para su blog. Y eso sí que no; yo dibujo porque me gusta y porque lo disfruto. Así que voy a la estantería donde hay cerca de 30 cuadernos, cojo uno, y recuerdo lo que dibujaba hace siete años.
Y me acuerdo de los sillones que estuvieron tanto tiempo en casa de mis padres, en los que descubrí el cine, la lectura, y más cosas que me callo.
Me acuerdo de la enciclopedia Fauna cuyas hojas pasaba sentado en esos sillones con cuatro ó cinco años, fascinado con las fotografías. Recuerdo cómo cortaban aquellas hojas.
Y me acuerdo de la única vez que he conseguido sacar un peluche de la puñetera atracción de feria de la pincita que baja con los botones. Y de quién se enfadó porque no se le regalé. Y de que aún cuelga del retrovisor de mi coche, que por entonces aún no tenía, pero con el que hace juego.
No hay sensación más agradable que mirar atrás y no arrepentirse.
Y me acuerdo de los sillones que estuvieron tanto tiempo en casa de mis padres, en los que descubrí el cine, la lectura, y más cosas que me callo.
Me acuerdo de la enciclopedia Fauna cuyas hojas pasaba sentado en esos sillones con cuatro ó cinco años, fascinado con las fotografías. Recuerdo cómo cortaban aquellas hojas.
Y me acuerdo de la única vez que he conseguido sacar un peluche de la puñetera atracción de feria de la pincita que baja con los botones. Y de quién se enfadó porque no se le regalé. Y de que aún cuelga del retrovisor de mi coche, que por entonces aún no tenía, pero con el que hace juego.
No hay sensación más agradable que mirar atrás y no arrepentirse.
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