Cada vez que se desarrolla un trabajo de ilustración, son cientos los dibujos que acaban en el cajón sin llegar a aportar nada tangible al proyecto. Los motivos para desechar una idea que ya está sobre el papel pueden ser muchos.
Que la calidad no alcance los mínimos que se exige el autor, que no cuente lo que se quiere contar, que rompa el ritmo, que no corresponda con el tono general, que, simplemente, no funcione...
Cabría esperar, por tanto, que, según el tono vaya quedando más definido, más bocetos se fueran quedando en el tintero. No es así: un camino más definido permite menos divagaciones.
Cada fracaso puntual, a la vez, va construyendo un archivo de ideas que no fueron oportunas en un momento dado, pero pueden ser útiles en el futuro.
Todo lo que no vale, puede ser útil. Todo lo que vale es un camino agotado, que no puede reutilizarse honradamente en el futuro.
"Siempre estoy haciendo cosas que no sé hacer, de manera que tengo que aprender cómo hacerlo."Pablo Picasso