Conocí a Val en Orchha, y me regaló una conversación deliciosa. Profesora jubilada, había dedicado gran parte del tiempo libre de su vida a viajar por todo el mundo, casi siempre sola, y mantenía los ojos bien abiertos en todo momento. Era asombrosa la velocidad con la que subía las escaleras para no perderse detalle del paso de la comitiva que celebraba la fiesta de Ganesh.
Val me confesó que el mundo era un lugar cada vez más feo para viajar, pero a pesar de todo continuaba viajando siempre que le era posible. Creo que ella no pensaba con tristeza en todo lo que ya no está, porque la fascinación de lo que queda acaparaba toda su atención.
Lo cierto es que en Benarés, mientras un inesperado chaparrón agrupaba a indios y viajeros al refugio de la lluvia, sentí por primera vez en mi vida que no llegaba tarde a conocer un lugar, que hacía cientos de años aquel sitio había sido esencialmente igual a como era en aquel momento. Val sabía que no se puede vencer al tiempo pero que, a veces, estamos a tiempo de ganarle por la mano.
Corred, subid las escaleras con asombrosa velocidad, porque el mundo se acaba, se consume, se adultera, pero aún estamos a tiempo de llegar primero.
No dejéis que os lo cuenten.
1 comentario :
Como no tengo otra forma de contactar contigo más que por aquí, te mando esto:
http://www.march.es/arte/madrid/temporal/temporal.asp
porque me recuerda un montón a tus dibujos y a la vez, nada de nada. Te leo!
Un abrazo,
Pablo
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