"Pese a su magnífica puntería, el Mánnlicher se malogra con gran facilidad; bastan unos granos de arena en la recámara para que el cerrojo deje de funcionar. De otro lado, si se dispara seguido, el calor dilata el cañón y entonces se estrecha la recámara y los cargadores de seis cartuchos ya no entran en ella. El extractor, por efecto del calor, se estropea y hay que sacar los cartuchos usados con la mano. Por último, la culata es tan frágil que al primer golpe se quiebra." No sólo lo ha escrito; lo ha dicho a todas las comisiones que lo han interrogado y lo ha repetido en docenas de conversaciones privadas. ¿De qué ha servido?
-Al principio, creí que no me creían -dice-. Que pensaban que escribí eso para excusar mi derrota. Ahora ya sé por qué la superioridad no hace nada.
-¿Por qué? -pregunta el Teniente Pinto Souza.
-¿Van a cambiar los uniformes de todos los cuerpos del Ejército del Brasil? ¿No son todos de franela y paño? ¿Van a tirar a la basura todos los zapatos? ¿Echar al mar todos los Mánnlichers que tenemos? Hay que seguir usándolos, sirvan o no sirvan.
La Guerra del Fin del Mundo
Mario Vargas Llosa
Plaza & Janes
Barcelona 1981