Ese gesto que proscribe es tan súbito como el que había señalado a los leprosos; pero como en el caso de aquél, su sentido no puede obtenerse de su resultado.
No se había expulsado a los leprosos para contener el contagio; hacia 1657, no se ha internado a la centésima parte de la población de París para liberarse de los "asociales".
El gesto, sin duda, tenía otra profundidad: no aislaba extraños desconocidos, y durante largo tiempo esquivados por el hábito; los creaba, alterando rostros familiares en el paisaje social, para hacer de ellos rostros extraños que nadie reconocía ya.
Provocaba al extraño ahí mismo donde no lo había presentido; rompía la trama, destrababa familiaridades; por él, hay algo del hombre que ha quedado fuera de su alcance, que se ha alejado indefinidamente en nuestro horizonte.
En una palabra, puede decirse que ese gesto fue creador de alienación.
Historia de la Locura en la Época Clásica I
Michel Foucault
Fondo de Cultura Económica
Buenos Aires 1990
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