Cuando Rinchen me contó lo mucho que habían cambiado Changspa y Leh en 15 años, yo, que sé que en realidad Leh es de los lugares del mundo que menos han cambiado, volví a tener la sensación de llegar tarde al lugar adecuado, y de haberme perdido una parte de lo mejor del lugar.Ahora que parece que sólo existen destinos turísticos o en guerra, la búsqueda de lo auténtico consigue hacer brotar puestos de souvenirs en los lugares más inverosímiles. Y mientras en las guías te explican lo que es el turismo responsable, yo me pregunto si debería sentirme responsable de los cambios que experimente un lugar que yo visite después de que me haya ido.
Paso más de trescientos días al año en Madrid, y me preguntan mi opinión una vez cada cuatro años. Pero no es vinculante, porque nada obliga a los partidos a respetar su programa electoral.
Ya no quiero ser votante; ahora quiero ser turista, y cambiar cada día, con mi actitud, el lugar en el que vivo.
martes, septiembre 30, 2008
lunes, septiembre 22, 2008
Ir viendo
Si me admiro del sobrecogedor paisaje en la carretera Manali-Leh, me como 20 horas de autobús con una ventanilla rota, y el consecuente trancazo. Si me entusiasmo con las aguas termales de Manali para ducharme, me ducho en un cubo.
Si acepto los precios de las habitaciones, duermo con sus bichos. Si me llevo el recuerdo de la gente que se ofrece a ayudarme en la estación para conseguir un billete de Pune a Bombai, también la indolencia de los vendedores en sus ventanillas.Si admiro a Gandhi, desprecio el sistema de castas. Si intento aprender Yoga en 15 días, lo banalizo. Si me río de las coreografías de Bollywood, renuncio a entender otro código estético y narrativo.
Demasiadas veces de entre las posibilidades que te brinda la India ninguna te acaba de convencer. De todas formas, con frecuencia la mejor opción no es la que eliges, sino la que te elige a ti.
Este es el único lugar que conozco en el que "ya iremos viendo" no es una manera de aplazar la decisión, sino una decisión en sí misma.
Si acepto los precios de las habitaciones, duermo con sus bichos. Si me llevo el recuerdo de la gente que se ofrece a ayudarme en la estación para conseguir un billete de Pune a Bombai, también la indolencia de los vendedores en sus ventanillas.Si admiro a Gandhi, desprecio el sistema de castas. Si intento aprender Yoga en 15 días, lo banalizo. Si me río de las coreografías de Bollywood, renuncio a entender otro código estético y narrativo.
Demasiadas veces de entre las posibilidades que te brinda la India ninguna te acaba de convencer. De todas formas, con frecuencia la mejor opción no es la que eliges, sino la que te elige a ti.
Este es el único lugar que conozco en el que "ya iremos viendo" no es una manera de aplazar la decisión, sino una decisión en sí misma.
martes, septiembre 16, 2008
Luz en el sueño
Muchos recordaréis el sueño que tuve una noche en Kathmandú, hace ahora algo más de un año. Aunque me desperté con la seguridad de que era algo más que un sueño, a estas alturas apenas alcanzaba la categoría de anécdota, y lo tenía bastante olvidado.
Y sin embargo, todo sucedió tal y como lo soñé.
Subimos en grupo por un Himalaya árido y pedregoso, sorprendentemente parecido al del sueño. Sufrí mal de altura al llegar, y dormí en tres lugares distintos:
El primero estaba entre unas stupas, detras de un muro.
El segundo fue un lugar en el que el suelo estaba cubierto por alfombras de colores oscuros.
El tercero era una habitación bastante cutre con desconchones en las paredes.
Conocí a dos personas cuando se cruzaron por casualidad cerca del muro, que habían tenido ciertas experiencias que habían cambiado su manera de ver las cosas. Escuché su historia porque, aunque no lo sabían, me la tenían que explicar.
Al contrario de los planes que se habían hecho, finalmente vino a recogernos al aeropuerto quien yo había soñado que nos vendría a buscar. Y en menos de 48 horas, Granada vino a casa casi sin avisar, lo que siempre es una buena noticia.
Algunas personas me han preguntado qué creo que significa. Yo no lo sé. No soy un adivino.
Otras me preguntan qué me dijeron los que se cruzaron cerca del muro. Creen que podrán desentrañar un misterio, o descubrir una verdad absoluta que nos ilumine a todos.
No hace falta más luz: para ver, sólo hay que abrir los ojos.
Y sin embargo, todo sucedió tal y como lo soñé.
Subimos en grupo por un Himalaya árido y pedregoso, sorprendentemente parecido al del sueño. Sufrí mal de altura al llegar, y dormí en tres lugares distintos:
El primero estaba entre unas stupas, detras de un muro.
El segundo fue un lugar en el que el suelo estaba cubierto por alfombras de colores oscuros.
El tercero era una habitación bastante cutre con desconchones en las paredes.
Conocí a dos personas cuando se cruzaron por casualidad cerca del muro, que habían tenido ciertas experiencias que habían cambiado su manera de ver las cosas. Escuché su historia porque, aunque no lo sabían, me la tenían que explicar.
Al contrario de los planes que se habían hecho, finalmente vino a recogernos al aeropuerto quien yo había soñado que nos vendría a buscar. Y en menos de 48 horas, Granada vino a casa casi sin avisar, lo que siempre es una buena noticia.
Algunas personas me han preguntado qué creo que significa. Yo no lo sé. No soy un adivino.
Otras me preguntan qué me dijeron los que se cruzaron cerca del muro. Creen que podrán desentrañar un misterio, o descubrir una verdad absoluta que nos ilumine a todos.
No hace falta más luz: para ver, sólo hay que abrir los ojos.
lunes, septiembre 08, 2008
Avestruces en la India
Todo el mundo en la India, antes o después, mira hacia otro lado. Ante la pobreza extrema o los cuerpos castigados por la enfermedad, esconder la cabeza es un acto reflejo de supervivencia de un código moral que no puede mantener su vigencia en el nuevo contexto.
Y al volver a casa me pregunto cuánto de lejos debería irme para que todo lo que no quiero ver dejara de existir. Porque no estoy tan lejos; aún sé que existe. Y porque lo que pasa más cerca no es tan distinto.
Éste es un problema moral irresoluble, porque sólo admite remiendos, que no cambiarán las cosas.
Así que eso es lo que hay: aguja e hilo.
lunes, septiembre 01, 2008
Reuniones de primavera
Antes de irnos de vacaciones disfrutamos de las reuniones de primavera. Nunca deja de sorprenderme cómo afecta el clima a la vida social.
Mientras Sofía se despedía de sus 29 años, todos aprovechmos para decirnos adiós hasta septiembre.
Muy pronto, los dibujos del verano.
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